Porque ya no tiene sentido poner el despertador para acariciarte.
Sigo repleta de tus huellas dactilares y sé de memoria cuantos lunares hay en tu espalda.
Intenté sacar tus dudas a bailar, aun sabiendo que lo hacía fatal.
Me has robado la ruta a todos los planetas donde solía huir cuando algo iba mal.
Jamás hubiese imaginado que el silencio pudiese hacer tanto ruido a las cinco de la madrugada.
Pero ya me he acostumbrado a las noches sin dormir, incluso me he acostumbrado a vivir en la nube más alta y que de repente me sueltes; ya que cada vez que me atrevo a soñar, me despiertan con otro golpe.
Y es que huir sin mirar atrás se hace complicado cuando atrás se está quedando todo lo que pudimos ser; yo no tengo ni tendré tanta fuerzas como tú para salir de todo sin ningún rasguño. Ojalá fuese así.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sonrisa.