Me enamoré rápidamente y de la mejor forma, de locura. Me enamoré de todas y cada una de sus calles, de sus casas con blancas fachadas, de la gente tan bohemia, de los hippies inundando las calles y el aire que se respira allí...
Todo tenía magia, se formaba un todo de cosas bonitas y se entremezclaban suspiros y ganas de coger las maletas y atarlas a cualquier farola, unos días más y nadie consigue moverme de allí.
Hasta otra Granada, que bonita eres.
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Sonrisa.