Lo que es tuyo, no se puede ir.

A veces nos preocupamos tanto y tan mal de las cosas, que se nos pasan cosas vitales, y estoy hablando de las relaciones, pero no de las que tienen dos personas al procrear o al casarse, que también, si no de las relaciones humanas, con el resto de seres, del querer por querer y del disfrutar con ello... hablo de querer a alguien por el mero echo de conocerle, o por simple y pura conexión.
Es tan complicado pararse a pensar en otra cosa que se sale de nuestro pensamiento habitual, que se nos va acabando el poder que tenemos para ello, lo vamos caducando, lo consentimos.
Queremos en general, al vecino que te prestó sal y alguna cosa más, a la dependienta que te puso buena cara, al profesor que te ayudó cuando no podías más, al amigo que llamas antes de empezar a llorar, al chico que te enseñó un beso, al vagabundo al que le das una bolsa de comida y la agradece, a la madre que te enseñó a ser mujer... y vas queriendo, rápidamente a tantas personas, que no te caben en la memoria y acaban olvidándose... Luego, hay gente entre esas personas que decide quedarse, decide dar follón, decide asentarse un tiempo no definido y decide que el ``querer´´es demasiado pequeño. Cuando eso pasa, algo jodidamente bonito te ha atrapado.