Aquel día el cielo se estaba tiñendo de rosáceo, no entendía muy bien que estaba pasando por su cabeza, tenía un fuerte cosquilleo que le recorría desde el talón y le iba subiendo por el cuerpo, hasta la nuca... era una de las mejores sensaciones que había experimentado hasta ese día. Pero, ese día todo era diferente, incluso raro, pero tenía un buen sabor. Se puso la cazadora, los guantes rosas y salió a la fría calle, caminaba despacio, deteniéndose en cada escaparate, mirando para todos lados, observando todo lo observable, compró el periódico, no pretendía leerlo, solo comprarlo. Quedaban unas horas. Caminó, caminó, caminó y empezó a ponerse colorada.
-Has venido
-No podía perderme tu sonrisa hoy
Sonrió, sin más.
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Sonrisa.